Urbanismo táctico. La construcción colectiva de ciudades más humanas

La ciudad es un derecho. Así lo sostuvo Henri Lefebvre en 1968, en su emblemático libro El derecho a la ciudad, en el que planteó una idea revolucionaria: los espacios urbanos deben ser diseñados, habitados y transformados desde la ciudadanía y no desde los intereses del capital. Hoy, más de cinco décadas después, este principio cobra vigencia ante los múltiples retos de nuestras ciudades, saturadas de automóviles, desprovistas de espacios humanos y plagadas de zonas vacías en espera de inversiones que rara vez llegan.

Desde hace algunos años ha emergido un enfoque que está cambiando la forma en que pensamos, diseñamos y vivimos la ciudad: el urbanismo táctico. Lejos de grandes presupuestos o procesos burocráticos interminables, esta visión propone acciones de bajo costo, ejecutadas a corto plazo, pero con impacto profundo y duradero. Su motor es la participación ciudadana; su esencia, la transformación colectiva del espacio público.

Inspirados en experiencias como el Campo de Cebada en Madrid, el Parque Augusta en São Paulo o las superillas de Barcelona, cada vez más ciudades adoptan estas metodologías como vía para democratizar el diseño urbano. Aguascalientes no es la excepción. A través de una propuesta de presupuesto participativo, la ciudad plantea una intervención en una de sus zonas más emblemáticas: la intersección de las calles J. Pani y Nieto, en las inmediaciones del Centro Histórico, un nodo estratégico especialmente relevante durante la Feria Nacional de San Marcos.

Una intervención con visión ciudadana

La propuesta, impulsada por la Comisión de Desarrollo Económico, Turismo y Asuntos Internacionales, busca transformar esta intersección en un espacio más seguro, accesible y vivo, mediante una intervención de urbanismo táctico con una inversión de 2 millones de pesos. Lejos de ser un simple embellecimiento, se trata de una apuesta por la seguridad vial, la interacción social y la revitalización urbana.

Actualmente, la zona enfrenta una alta presión de tráfico vehicular, falta de mobiliario urbano, escasez de áreas verdes y condiciones que limitan la experiencia peatonal. La propuesta parte del reconocimiento de estas carencias, y plantea cinco acciones principales:

  1. Peatonalización parcial del cruce, ampliando banquetas y áreas de cruce seguro.
  2. Instalación de mobiliario urbano —bancas, mesas y sillas— para fomentar el uso cotidiano del espacio público.
  3. Creación de áreas verdes temporales, con jardineras y macetas que mejoren la estética y el microclima.
  4. Pintura artística en el pavimento, para embellecer el entorno y reducir la percepción de inseguridad.
  5. Señalización clara y pintura de fachadas, a través de la delimitación de espacios y la recuperación de la identidad urbana.

Más allá de lo material, este tipo de proyectos tienen valor simbólico: demuestran que el espacio público puede ser recuperado por y para la ciudadanía. Además, permiten prototipar soluciones, es decir, probar ideas en pequeña escala y corregirlas antes de convertirlas en políticas permanentes.

Planificación, ejecución y seguimiento

El proyecto contempla una ejecución en dos meses, dividida en planificación, adecuación vial e instalación de los elementos físicos. Pero lo más relevante es que también prevé un mecanismo de evaluación: encuestas ciudadanas, observación directa y análisis de datos de seguridad vial, que permitirán medir el impacto y ajustar futuras intervenciones.

Este enfoque evita errores como los ocurridos en Gamonal, el barrio de Burgos que en 2014 se convirtió en símbolo del rechazo ciudadano a las obras impuestas. Allí, un proyecto de bulevar por 8.5 millones de euros fue suspendido tras una fuerte oposición vecinal. La lección fue clara: sin participación, no hay ciudad posible.

En contraste, intervenciones como Dreamhammer, en Hammar, Noruega, o la pop-up square en Orriols, Valencia, muestran cómo la ciudadanía puede liderar transformaciones reales cuando se le escucha. No se trata de “consultar” para cumplir un trámite, sino de diseñar en colectivo, desde la diversidad y la experiencia cotidiana.

Construir con las personas, no para las personas

El urbanismo táctico, como plantea el diseño cívico, no es una tendencia pasajera. Es una forma ética y práctica de construir ciudad. No genera sobrecostos, permite corregir errores en tiempo real y evita conflictos sociales. Además, está alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, al promover ciudades inclusivas, resilientes y sostenibles.

La intervención en la calle J. Pani y Nieto representa más que una mejora vial: es una oportunidad para demostrar que Aguascalientes puede ser una ciudad construida con sus ciudadanos. Una ciudad que escucha, que experimenta, que aprende y que se transforma desde abajo.

Porque ya no es tiempo de diseñar desde el escritorio. La época de los arquitectos solitarios ha terminado. Necesitamos diseñar procesos que recojan el saber colectivo. Empecemos a construir con las personas.

Frases que pueden destacarse

  • La ciudad de Aguascalientes plantea una intervención de urbanismo táctico en la intersección de J. Pani y Nieto, con una inversión de 2 millones de pesos
  • El proyecto propone peatonalización parcial, mobiliario urbano, arte público y áreas verdes para revitalizar el centro
  • La propuesta busca generar participación ciudadana y servir como modelo replicable para futuras transformaciones urbanas

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